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El joven que al quemarse a lo bonzo prendió fuego al "ancien regimen"
El joven que al quemarse a lo bonzo prendió fuego al "ancien regimen" Noticias EFE
Milagros Sandoval
Redacción Internacional, 3 mar (EFE).- El joven tunecino Mohamed Buazizi, convertido en símbolo de la revuelta árabe y de cuya muerte se cumplen mañana dos meses, no solo quemó su propia humillación al inmolarse, sino que también prendió fuego al "ancien regimen" árabe.
Sin pretenderlo, Buazizi, un humilde vendedor ambulante de 26 años, puso en evidencia la desconexión entre los dirigentes que se perpetuaban en el poder y las jóvenes poblaciones con ansias de cambio y transparencia, que se mueven sin censura en internet.
Cuando la policía confiscó a Buazizi el carrito de fruta y verdura y el joven se roció de gasolina, la cerilla que le prendió también quemó la línea roja entre poblaciones sin expectativas económicas y sus dirigentes y clanes familiares, con millones de dólares en cuentas corrientes fuera de sus países.
Esas secretas fortunas, cifradas en miles de millones de dólares se han dado a conocer poco a poco, a medida, que los países occidentales, que las custodian, reaccionaban a las peticiones de opositores y ciudadanos en estos países.
Suiza congeló el 19 de enero con efecto inmediato los fondos bancarios y bienes inmuebles del derrocado presidente tunecino Zine al Abidine Ben Alí y su familia, casi en paralelo a la apertura en el país árabe de una investigación sobre él por "adquisición ilegal de bienes" y por "depósitos financieros ilícitos".
En Egipto, la justicia prohibió el pasado 28 de febrero al expresidente Hosni Mubarak salir del país y congeló todos sus bienes y cuentas bancarias, una medida que también afecta a su familia directa.
Según el diario británico "The Guardian" y el canal de televisión estadounidense "ABC", se calcula entre 40.000 y 70.000 millones de dólares la fortuna acumulada por la familia Mubarak, con múltiples propiedades en Egipto y activos depositados en entidades bancarias en Suiza y el Reino Unido.
Viena ordenó congelar el pasado martes los bienes que poseen en el país los miembros de la familia Muamar al Gadafi en respuesta a una información del diario "Wiene Zeitung" sobre la existencia en Austria de 1.200 millones de euros pertenecientes al dictador libio y su entorno mas cercano.
España, Estados Unidos y Canadá han hecho lo mismo en una iniciativa que también han seguido otros países.
La revuelta árabe que desató el joven Buazizi, sin adscripción política, comenzó a incendiar "castillos" presidenciales de fachada democrática pero cimientos electorales diseñados para la perpetuación en el poder.
Ben Alí, fue el primero que, tras permanecer 23 años al frente de Túnez, se marchó el pasado 14 de enero después de 28 días de protestas populares.
Durante esas protestas, unos 66 ciudadanos tunecinos perdieron la vida, según las asociaciones de derechos humanos.
Mubarak dimitió el 11 de febrero, después de tres décadas en el poder y de soportar una sublevación en las calles egipcias que duró diecisiete días, desde el 25 de enero hasta el 11 de febrero.
Durante ese tiempo más de 300 personas murieron, 3.000 resultaron heridas y cientos detenidas, según datos de la ONU.
Mientras tanto, Gadafi se aferra a lo que le queda de poder desde que comenzó la revuelta libia el pasado 17 de febrero y en un estado calificado de "enajenado" por la embajadora de EEUU ante la ONU.
Antes de marcharse, Ben Alí y Mubarak pronunciaron sus últimos discursos a modo de epitafio.
Ben Alí, acostumbrado a ganar elecciones presidenciales con hasta el 99,44 de los sufragios, como ocurrió en 1999, prometía en su última alocución, un día antes de abandonar el poder: "vamos a hacer avanzar la democracia e instaurar un pluralismo auténtico".
Mubarak también se comprometía después de tres décadas en el poder, justo un día antes de su caída, a celebrar unas "elecciones presidenciales libres y limpias".
La mecha ha prendido también en Barein, donde los manifestantes han logrado, por ahora, que el rey, el jeque Hamad bin Isa al Jalifa, remodelara el Gobierno, la misma medida que tomó el monarca Jordano, Abdalá, tras las primeras protestas en su país.
El presidente yemení, Ali Abdalá Saleh, que lleva en el poder desde 1990, ha renunciado a presentarse a la reelección, ante la presión popular, mientras Abdelaziz Buteflika ha reprimido en Argelia las mayores manifestaciones en una década contra el régimen.
La inestable Irak se ha sumado a este clima de incertidumbre con varias manifestaciones en las que ha habido centenares de víctimas entre muertos y heridos, y en la vecina Irán, el régimen que preside Mahmud Admadineyad ha optado por reprimir a los opositores y arrestar a sus líderes.